sábado, 17 de abril de 2010

El yo y los otros.


Enajenación y brutalidad democrática

La verdad no sé cómo llegamos a esto. Aunque tengo una hipótesis: el afán de enriquecimiento desvergonzado y Maquiavélico (el fin justifica los medios) de los grandes grupos económicos, de sus brazos políticos y su estrategias de represión institucionales. Solo sé que un día la comodidad del transporte subterráneo (Metro S.A) se vio súbitamente afectada. La razón, básicamente económica, estaba de la mano de la modernidad y el progreso esgrimidos por la Concertación de Partidos por la Democracia (conglomerado político que gobernó después de la derrota en las urnas del General Augusto Pinochet en 1989). Nuestras autoridades, elegidas democráticamente, blasonaban de modelos copiados a países del primer mundo (no solo de transporte), infalibles, modelos probados y aprobados por las políticas neoliberales, aquellas exportadas a todo el orbe por los norteamericanos, logrando de ese modo su hegemónica y “oculta” colonización económica de los países en vías de desarrollo.
Desde ese momento los santiaguinos comenzamos a ser trasladados como animales al matadero, en los convoyes el número de personas creció descomunalmente hasta el límite de lo ético. Un abyecto vejamen moral. El tiempo ha pasado pero esto aún sigue igual, ¿cuál es límite que el pueblo Chileno debe soportar? ¿No es acaso indigno el subir a un carro del tren entre empujones y palabrotas? ¿Es esto políticamente aceptable? ¿Acaso la solución no está en poner más recorridos en la superficie? ¿Por qué no lo hacen entonces? ¿Acaso alguien lucra con esto?
Definitivamente un infierno, un infierno a puerta cerrada, donde los demás restringen nuestra libertad de movimiento, cuerpos sudorosos rompiendo el aire que apenas entra por las ventanas, un aire asfixiante, de seguro la concentración de oxígeno baja del 20% creando ilusiones y enajenando el intelecto. Antes por lo menos se podía leer, ahora ni siquiera se puede sacar un libro…
Esto no es democracia….es una brutalidad
Augusto Echeverría M.

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